domingo, 24 de junio de 2012

Italia es demasiado bonita como para dejársela a los italianos


En la anterior entrada propusimos un juego. Plasmé un fragmento del diálogo de una película, la cual estaba basada en un libro. El juego consistía en adivinar qué película y libro eran, con el fin de hablar de ellos entre todos. A falta de participantes, esta entrada está dedicada a hablar sobre la película y, un poco, sobre el libro.
La película se titula Léolo (1992), una auténtica obra de arte cuya dirección y guión corresponden al canadiense  Jean-Claude Lauzon, nominada a la Palma de Oro del festival de Cannes. La fatídica muerte de este director, 5 años más tarde de la realización de este film, no nos ha dejado disfrutar más, de un cine contado de forma única, un cine que es cine en mayúsculas, arte, lejos del cine simple, aunque en ocasiones correcto, del que estamos rodeados y acostumbrados. Para mí es una película difícil de superar, e incluso me cuesta creer que el propio Jean-Claude Lauzon pudiera sobrepasarla con la película que estaba realizando y que no acabó, por el fallecimiento del mismo.

Léolo es un niño que vive en un barrio humilde de Montreal, cuya existencia en una vida miserable le hace soñar despierto, servido de una imaginación extraordinaria, con el fin de evadirse de esa vida sórdida que finalmente irrumpe para romper todos sus viajes imaginarios. Esta vida está determinada por los miembros de su familia; un padre obsesionado con la salud, que piensa que está estrechamente asegurada con el  acto de defecar, un hermano preso del miedo convertido en culturista, dos hermanas enloquecidas, un abuelo falto de atención y una madre que trata de sostener todo este micro-mundo.



Léolo trata de superar su realidad a través de la escritura, presentando a esta como una salida, quizá la única salida. De hecho este es el tema de la película, tratándola a través de la inspiración, la falta de ella, de lectores…  aplicable a la “otra” crisis que vivimos en la actualidad; la cultural, intelectual o como queramos definirla…



El valle de los avasallados (1966) es el libro que inspiró la película de Jean-Claude Lauzon, escrito por Réjean Ducharme. En palabras textuales de la periodista Jacinta Cremades:
“…me gusta mucho el título en francés, L'avalée des avalés, ya que indica como luego va a ser la novela: lírica, repetitiva, musical y dramática. El personaje principal y narrador es una niña de 9 años, Bérénice Einberg, que cree que su madre no la quiere. La acción se sitúa en los años 60, en los suburbios de Montreal. La obra es una puesta en escena del mundo infantil en el que los adultos no intervienen. Recuerda en su propósito al libro de Cocteau, Los niños terribles. 
La novela de Ducharme es densa, a veces difícil de leer por las repeticiones de nombres, juegos lingüísticos e invenciones de palabras. Su escritura engancha gracias a la musicalidad de las frases a pesar de un mismo estilo desde el principio hasta el final. Pero consigue recrear el lenguaje de los niños y hace sonreír al lector adulto. En Bérénice descubrimos una mirada límpida, incapaz de entender las absurdas ideas de los adultos. 

   Por último recomendar la película, una obra maestra, imprescindible en la videoteca de cualquier cinéfilo. Yo ahora voy a por el libro.

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